El consumo de cemento en España ha caído en noviembre un 4,4%, situándose en 1.104.087 toneladas, 51.388 toneladas menos que en el mismo mes de 2018, según los últimos datos publicados en la Estadística del Cemento. Se convierte así en la tercera caída del año y la más abrupta producida en el sector desde marzo de 2018.
Estos datos suponen un nuevo descenso de 1,2 puntos porcentuales en el acumulado del año, que se sitúa en el 6,8%, frente al 8% de octubre. En el conjunto del segundo semestre, el consumo de cemento ha perdido 4,7 puntos porcentuales, respecto al cierre del primero. En valores absolutos, España ha consumido en lo que va de año 13.320.615 toneladas de cemento.
Por lo que respecta a la comparativa interanual (diciembre 2018 – noviembre 2019), el incremento se sitúa en el 7%, con un total de 14.305.550 toneladas.
Las exportaciones se hunden más de un 30% en noviembre
Las exportaciones, que caen ininterrumpidamente desde hace ya 30 meses, se han hundido un 30,2% en noviembre, lo que ha supuesto la pérdida de 195.805 toneladas, el equivalente a casi seis meses de producción de una fábrica media de cemento española. En el acumulado anual, las exportaciones caen un 21,5%, con una pérdida de 1,6 millones de toneladas respecto al mismo período del pasado año. Con estas variaciones el conjunto de las exportaciones se sitúa en el año móvil en el entono de los 6,49 millones de toneladas cuando un año antes se encontraban en 8,20 millones de toneladas
En paralelo, las importaciones, principalmente de clínker, crecieron un 41% en noviembre, lo que eleva el crecimiento acumulado en lo que va de año por encima del 100%, con casi 450.000 toneladas importadas.
«En la reciente cumbre del clima de Madrid, la industria cementera española dejo claro su compromiso en la lucha contra el cambio climático, invirtiendo en innovación, fabricando nuevos cementos con una huella de carbono menor y utilizando combustibles derivados de residuos en sustitución de los fósiles, la mayoría de ellos total o parcialmente biomasa, neutra en carbono. Este compromiso por el planeta debe hacerse extensivo al resto de economías extracomunitarias si no queremos ser testigos de la desaparición de la industria cementera europea en el medio plazo, algo que, no olvidemos, traería consigo un repunte de las emisiones, derivado de la producción en terceros países con escaso compromiso en la lucha contra el cambio climático”, explica el presidente de Oficemen, Víctor García Brosa.
“Fabricamos además un producto que aplicado a la construcción permite reducir el consumo energético de los edificios, gracias a la elevada inercia térmica del hormigón. Todo ello, para cumplir con nuestra responsabilidad como industria emisora de CO2”, detalla García Brosa, que añade que “Las cifras de caída de exportaciones y el aumento de las importaciones en nuestro país son un buen ejemplo de la pérdida de competitividad a la que se ve abocada nuestra industria por el sobrecoste que suponen los derechos de emisión frente a países terceros, así como porque el precio de la electricidad para la industria en nuestro país sigue siendo un 27% más caro que en Alemania o Francia”.