El pasado mes de junio se cerró al transporte público uno de los túneles ferroviarios más emblemáticos de Madrid, el conocido como el Túnel de la Risa, infraestructura que atraviesa la capital de España entre las estaciones de Atocha a Chamartín. Este tramo de vías permanecerá cerrado cuatro meses para llevar a cabo una reforma integral del mismo. La obra consiste en el desmantelamiento de la vía del tren colocada sobre balastro -la capa de grava y piedras que se sitúa bajo las traviesas-, así como la catenaria flexible. La primera se sustituirá por una moderna vía en placa y la segunda por una catenaria rígida. Ambas actuaciones permitirán tener en la capital de España un transporte ferroviario más seguro y confortable, con menos necesidades de mantenimiento e incidencias, algo que en los últimos años ha venido provocando molestias a los más de 256 millones de viajeros que este servicio transporta cada año, no en vano el “Túnel de la Risa” es el de mayor circulación de la red ferroviaria de toda España.
Desde que se puso en funcionamiento el túnel en 1967 –las obras se iniciaron en 1933- no se había hecho ninguna puesta a punto integral del mismo por lo que supone paralizar una de las principales arterias ferroviarias del país, que tiene una longitud de siete kilómetros y dispone en su recorrido de cuatro estaciones.
Finalmente, ADIF, el gestor de infraestructuras ferroviarias, ha dado el paso y las traviesas de madera, así como las piedras que las sujetan –y que deben recolocarse continuamente para que sigan haciendo la función de sujeción- van a ser sustituidas por unos bloques de hormigón sobre los que se situarán las vías de tren. Esta tecnología, conocida como vía en placa, irá fijada sobre una solera de hormigón, consiguiendo así una perfecta estabilización de los raíles que proporcionarán más seguridad y comodidad para los viajeros, así como importantes ahorros de mantenimiento.