La Universidad de Málaga y la empresa FYM Hedelberg-Cement Group unieron sus fuerzas a finales del 2020 para crear la Cátedra FYM de Cambio Climático. Ahora esta iniciativa ha creado un programa experimental con el objetivo de reducir algunos gases contaminantes como el CO2. Los alumnos de la UMA podrán participar cultivando algarrobos, mirtos y otras especies autóctonas.
El proyecto se encuentra dentro del programa del Cuerpo de Solidaridad de la Unión Europea. Se está llevando a cabo en un terreno cedido por la compañía cementera y localizado en La Araña, cerca de la sede de la corporación. Los estudiantes que aportan su grano de arena a esta actividad forman parte de la Asociación Juvenil ‘Greenway’.
La idea de los organizadores es replicar, con algunas modificaciones, lo que ya se ha hecho en Japón: «Nosotros planteamos algo similar, lo que llamamos las islas de biodiversidad alboránicas», apunta Enrique Salvo Tierra, director de la cátedra.
A lo que se refiere el doctor en Ciencias y Botánica es a los micro bosques: «Los micro bosques o bosques domésticos se componen de uno, dos, o incluso, tres árboles. Un siguiente estrato con arbustos alrededor. Y debajo una serie de plantas de menos tamaño», explica.
Lo que proponen desde la cátedra es poner un algarrobo en el centro «porque es una leguminosa y captura mucho CO2 y nitrógeno atmosférico». Después, alrededor durillo o madroño «que van a tener un servicio ecosistémico», básicamente proveer de frutos a roedores y de polen a agentes polinizadores en riesgo. La formación se culmina con una serie de plantas o matas aromáticas que «van a contribuir a atraer a polinizadores».
Las estructuras que sugieren los docentes tienen unos 30 metros de diámetro y se colocarán de manera estratégica. Aún están en fase experimental: «Hemos empezado con la primera isla y veremos qué desarrollo tiene», aclara Salvo Tierra, que afirma que analizar el transcurso de la primera anualidad es la mejor manera de ver con certeza cómo «empezar a tratar todo el entorno de la ciudad».
2050, clave
El profesor avisa de lo importante que es que salga bien este trabajo, «nos jugamos mucho», señala, y hace hincapié en los sectores a los que más afecta la crisis climática, «el turístico y el agrícola, que son, junto con la construcción, fundamentales en la economía de la provincia». Además, recuerda que la mayoría de las investigaciones ponen el año 2050 como el momento de un gran cambio y «30 años no son nada».